jueves, 1 de septiembre de 2016

8ª Travessa Borges-Montblanc (28 de agosto de 2016)

Hacía tiempo que había oído hablar de la Travessa Borges-Montblanc y aún no había tenido ocasión de hacerla. La verdad es que cuesta recorrer 51,4 km con 2.400 m de desnivel acumulado un 28 de agosto, para qué nos vamos a engañar... Pero este año iba a tocar hacerla, o sí o también, ya que necesitaba los puntos para obtener la Copa Catalana de Marxes de Resistència, ese campeonato de la Federación en el que estoy participando y del que hace bastantes meses que os vengo hablando. La Travessa me coge a falta de 4 semanas de mi próximo objetivo, el Maratón de Zaragoza, así que me la voy a tomar como la tirada larga del fin de semana (aunque quizá un poco demasiado larga).

Me dicen que me prepare para el calor que han pronosticado para el fin de semana, aunque no es algo que me preocupe en exceso, ya que estoy acostumbrada a entrenar con calor. Por el contrario, el frío me mata, lo que son las cosas. El recorrido es lineal, con salida en la ciudad de Les Borges Blanques, a menos de 30 minutos de Tàrrega en coche, así que no voy a tener que madrugar mucho esta vez. La llegada será en la ciudad de Montblanc, desde donde un autobús nos devolverá a Borges. La organización recoge a la salida una bolsa con las pertenencias que queramos encontrar a la llegada y nos la trasladará hasta allí, cosa que en esta prueba es fundamental, por las condiciones físicas en las que se llega a meta.

Salida. Foto: Xavier Capdevila (FEEC)
Y a las 7 en punto de la mañana, sin haber salido aún el sol, unos 250 intrépidos participantes iniciamos nuestro recorrido por caminos, senderos, pistas forestales y algún tramo asfaltado. Son esas pruebas que normalmente se me dan bien y que me encantan, ya que es posible correr en casi todo el recorrido. El perfil tiende a subir poco a poco hasta el kilómetro 42, así que intento trotar en todas las cuestas, siempre cortas, que encontramos en este primer tramo. Y es que la mayor parte del desnivel se concentra en los últimos 10 kilómetros, una vez llegamos a la zona de las Montañas de Prades.

Foto: Xavier Capdevila (FEEC)
Siguiendo el circuito, muy bien señalizado, voy pasando los diferentes puntos de avituallamiento. Llegamos a la población de L'Albi, en el km 14,5; El Vilosell, en el km 23,5; y Vimbodí, en el km 34. Siempre me paro lo justo para comer gajos de naranja y algún trozo de plátano, junto con un vaso de agua. Llevo la mochila de hidratación llena de agua, que normalmente voy bebiendo durante el recorrido. En un lateral, llevo un vaso que relleno de agua en los puntos de avituallamiento. En algunas pruebas, el uso del vaso personal es obligatorio, y ahora ya me he acostumbrado a llevarlo y usarlo siempre, pues me parece una medida muy ecológica. En todos los puntos de avituallamiento hay pastas dulces y otras golosinas, pero son alimentos que evito en el transcurso de una carrera, tras una charla sobre nutrición deportiva que nos impartieron unos técnicos de Nutrisport. En el kilómetro 30 hay bocadillos de longaniza. Son enormes, así que pido que me corten 1/4 y me lo voy comiendo por el camino.

Foto: Xavier Capdevila (FEEC)
En el kilómetro 40 llegamos al Monasterio de Poblet. El avituallamiento está dentro del recinto. Es un lugar precioso y de visita turística obligada, así que al ser domingo hay muchos visitantes, que nos miran con extrañeza. De repente soy consciente de que ese día hace justo 23 años que me casé en Poblet, madre mía, y aún me aguanta ja, ja, ... Aquí parece que el tiempo se haya detenido.

Poblet, hace 23 años...
Paso el maratón en 4 horas y media, y ahora toca afrontar la última parte del recorrido, que ya me han avisado que es de traca. Y exactamente así, nos encontramos con un sendero que se empina peligrosamente por la montaña y me pongo a caminar. Sin ser consciente del calor que hacía, pero a 30ºC de temperatura, empiezo a notar que me acechan las rampas. He ido tomando pastillas de sales cada hora, aproximadamente, pero no ha sido suficiente. En algunos tramos hay que salvar escaleras de piedra e incluso troncos caídos, y en varias ocasiones me quedo clavada por rampas en los gemelos. Estiro y me relajo durante unos segundos hasta que la rampa se va, dejando los músculos doloridos. Último avituallamiento y charla con los simpáticos y agradables voluntarios en la ermita de Sant Joan, y última bajada técnica de casi 5 kilómetros hasta Montblanc. Ya no me acordaba de lo que eran estas bajadas. Por suerte, no lo hago mal del todo, aunque se me hace eterna. Por fin entramos en Montblanc y piso el asfalto, qué descanso para mis pies. Puedo acelerar y lo hago, ya que veo que puedo entrar en meta por debajo de las 6 horas. Y así es, cruzo el arco de meta en 5 h 59 minutos, en segunda posición femenina.

A la llegada, con Francesc y Jordi.
Mi ropa está chorreando agua, caen gotas literalmente, así que recojo la mochila del guardarropa y me dirijo a las duchas de las piscinas municipales. Aviso para navegantes, está a un kilómetro de distancia, así que entre ir y volver hay que sumar 2 km más al recorrido, ja, ja,... Bocata de longaniza (esta vez entero), croissant de chocolate y cacauetes salados, todo ello remojado con tres vasos de Coca-Cola. Y sentados al fresco, en el interior del convento de Sant Francesc, charlando relajada y animadamente con los compañeros de fatigas, esperamos al autobús que, a las 3 de la tarde, nos lleva de vuelta a Borges.


Sumo con esta 16 puntos a los 193 que ya tenía, y ya sólo me faltan 52 para obtener la Copa. La siguiente cita, a principios de octubre.

¡Ya os contaré!

1 comentario:

  1. Molt bona marxa vas fer! Ara a recuperar forces i a fer una bona marató a Saragossa , a veure si pots aconseguir els teus objectius. Espero que així sigui.
    Ens veiem a Rasos , que ja ens falten pocs punts.

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